Estos son los ganadores del Concurso de Microrrelatos Contra el Desperdicio

AECOC  lanzó el pasado mes de julio la VII Lluvia de Ideas AECOC contra el Desperdicio Alimentario, el conocido concurso anual enmarcado en su campaña ‘La alimentación no tiene desperdicio’ y patrocinado por Carrefour que anima a los consumidores a exprimir su creatividad para poner de relieve el valor de los alimentos y el rechazo a su desaprovechamiento.

El concurso de este año ha recopilado más de 200 microrrelatos contra el desperdicio alimentario de un máximo de 150 palabras. Participantes de todo el país han sacado su espíritu literario y creativo para contar grandes historias en pocas palabras.

Hoy, en el 9º Punto de Encuentro Contra el Desperdicio Alimentario, el Jurado ha elegido el microrrelato ganador y el segundo clasificado, llevándose como premio un cheque regalo Carrefour valorado en 500€ y 250€ respectivamente. Estos son los microrrelatos ganadores. ¡Enhorabuena!

  • «Las Tapas de los Yogures» por Esteban Torres (microrrelato ganador)

Cuando yo era niño siempre simulaba una mueca a modo de sonrisa al presenciar esas parodias en las que dos actores se arrojan tartas para hacer reír al público. En mi juventud apartaba los ojos tras un suspiro de incomprensión con películas en las que unos amantes se derraman miel o chocolate sobre el cuerpo para erotizar la escena. Ya en mi madurez siguió odiando a la gente que destapa bocadillos y arroja a la basura una de las coberteras. Nació en la postguerra y trabajaba en el campo de sol a sol por el sustento que consistía en un miserable mendrugo de pan. No fue al colegio pero en su diccionario nunca encontraréis la palabra ?desperdiciar? porque aprendió en la mejor escuela del mundo el sagrado valor de los alimentos. Por eso os pido que no os riais del abuelo si lo veis lamer las tapas de los yogures.

  • «Amor Plató(u)nico» por Roxana Calvo (segundo finalista)

Él. En cuanto la vio, ya no pudo dejar de soñar con ella. La miraba y se imaginaba a su lado. Se sentía poderoso otra vez, se veía a sí mismo en una nueva y mejor versión. Parecía obvio que estaba fuera de su alcance. Era suave, coqueta… ¡tan popular! La adoraban y ella sabía estar a la altura de todas las expectativas. Podía ser divertida y original o seria e interesante, jamás defraudaba. Se echó un vistazo y se vio solo, viejo, sin interés. Decidió resignarse y terminar su patética vida sin quejarse.
Ella. Le sonrió y dijo Te estaba buscando y te necesito. No soy nada sin ti, y ante su asombro, se acercó y le envolvió con su suave cuerpo de bechamel. Retozaron unos breves momentos, imaginándose sobre la arena de una playa lejana y… juntos saltaron al aceite hirviendo, sellando su amor para siempre.

 

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